- “Exilio”, “destierro”, “fuga”, “huida”, “expatriación”, “viaje”, “aventura”…
Escoge la palabra que más te convenga o se ajuste a tus circunstancias o a lo que te apetezca escribir y ¡hazlo! ¡Escribe! (poema, relato, microrrelato, haiku etc.)
Escribe y tráelo a la tertulia.
Esto es lo que soy
Quizá pensemos, pensamos, en el exilio como en un constructo lineal. Cuando pensé, o cómo pensé en ello, da o daría igual. Quizá piense en que lo pensé en el bus de vuelta a casa el pasado miércoles, quizá sepa que lo recordé en un tren de vuelta de Colonia, y que aún así no tecleé nada hasta un lunes noche. No, no da igual, decir, mantener, sostener que esto da igual sería como defender, argüir que dan igual todas las líneas de mi pensamiento, que no es -nunca, ni en un solo resquicio- lineal. Como tampoco es lineal la abstracción de cualquier exilio ni la desafectada narrativa de la que hago acopio para hablar de él. Mucho hay de azaroso en nuestras vidas, pero nada o casi nada suele haber de azaroso en nuestros exilios. Él, singular, no es lineal; porque nos pueden haber contado que el exilio es un alejamiento de la patria de uno, de su propia identidad, por motivos políticos, económicos tal vez; pero qué es la política, otrosí la economía, si queremos, sino una mera excusa sumatorio de todos los exilios personales de uno. Nuestros exilios son conscientes y decididos. Ya no nos exiliamos por carencia de oportunidades, nos exiliamos por carencia de deseos; la inapetencia y la perdición constante en la que muchos vivimos, entes que tras la ventana sólo ven posibilidades que no tienen ahora; seres que cuando atestiguan esas posibilidades, más tarde, las encuentran banales, conspicuas hasta fundamentarse en un eterno retorno: que siempre queremos más. Quizá intente (lo sé, soy consciente), una vez más, una y mil veces, y siempre, imbuir a congéneres -a los que no, en su totalidad no conocí ni conozco- de mis propias características para justificar mis propios exilios. Porque no, no son sólo dos, ni tan siquiera cinco. Exilio comparte extrañamente la raíz de la más maldita de mis acepciones: existencia. Es el exilio interior en el que me muevo forma de exteriorizar acaso el constante fragor al que me somete mi propia existencia. Desata así un suma y sigue: exiliada de mi familia, sobre la que mi lengua no ha dignificado aún con suficiencia la acción de soportar; exiliada de mis amigos, sumida en la constante exigencia de que han de quererme como yo quiero que me quieran, sabiéndome en la imposibilidad del fenómeno; exiliada de eso que llaman -¿llamaban?- amor, al no saber ya cómo usarlo; exiliada del cuestionamiento constante sobre si tengo o no una patria. A mí, que la arrogancia me lleva a declamar que mi patria es el castellano; a mí, ignorante como me muestro al arrogarme territorios que no son de nadie.
Las capas de mi exilio son de desprendimiento: escapo de todas ellas como si se trataran de la peste. Pero esto no es Orán, no escribe Camus, y pese a que el mundo sea un buen lugar, no cesa de alejarme de sí mismo.
Esto es lo que soy.
Una exiliada más de mi tristeza.
Violeta Martín
Sobre la opción y la elección
La vida está llena de un montón de decisiones fundamentales que tomar.
La vida está llena de un montón de decisiones fundamentales que tomar.
A qué jugar,
cuántas veces masticar antes de tragar,
cómo descubrir in fraganti a los Reyes Magos,
qué estudiar
en qué cerveza pararse,
a quién querer,
en qué trabajar…
Pero todas ellas dependerán de nuestra libertad,
de las oportunidades que tengamos,
que nos dejen.
Y ello nos llevará a ser de una forma,
u otra.
Yo tuve la libertad de elegir qué quería ser,
hacia dónde quería ir,
cómo
por qué
hasta cuándo…
Hasta ahora.
A mí me enseñaron que lo esencial por encima de todo
era no escatimar en el comer.
Que la salud y los míos eran lo primero.
Que los míos, eran parte de mi salud.
A mí me enseñaron que lo importante no era proteger su orgullo,
ni cualquier verdad demasiado absoluta,
ni patrias, ni leñes.
sino su dignidad.
Y que el principio de todo, era tener principios.
Yo elegí tener conciencia además de consciencia.
Elegí que quería poder elegir,
y elegí hacerlo.
Aprendí a no olvidar que quería ser feliz.
Elegí apasionarme por un montón de cosas,
que vinieron así, tal cual.
Pero en esto no tuve mucha opción
También en algún momento elegí quererte a ti, supongo.
Y mira…
Pero elegir no es fácil.
También elegí ir contracorriente,
y así me ha ido…
No digo que mal.
A veces no sabes por qué elegiste esto o aquello...
Las razones se olvidan.
Quizás por eso,
he reincidido tres veces
en elegir vivir bajo un cielo gris,
Pero un gris que me grita: píntame de otros colores.
Por eso,
desde la libertad de mi exilio
agradezco
a toda esa generación que vivieron protestando
también para nosotros
y a todos los que ahora viven
y protestan
para que otros tengan la oportunidad de vivir
Porque vivir,
también es poder elegir,
Y elegir, no es lo mismo que optar.
Optar,
y tal vez, hoy, quizás ni siquiera eso..
Nuria López Bernal
De una ola a un náufrago
Por no huir te das a la fuga, que es un acto de entrega y, en tu caso, pasiva. Le dejas hacer para escapar, con ella, de lo que quieres. No huyes por desidia. Tu exilio estancado, tu apatía, me hacen querer atraparte al vuelo y no quererte menos, pero nunca así: confinado al hábito. Eres un despatriado; el náufrago de una barca que decide sola. Ya no importan las corrientes, ni las mareas, ni el sol que te calienta la cara. La vida es otra cosa y no lo sabes. Si me lo pidieras, si me suplicaras… Mándame un mensaje. Y me levantaré sin haber dormido para hundir tu territorio de madera rancia y te haré nadar para salvarte.
Laura Cano
Los des-encantados
“Yo
tuve una granja en África”
cuenta
Meryl Streep
en una
famosa película
antes
de que las tierras lejanas
perdieran
su aura dorada
ahora
se narra
a lo
Alfredo Landa
que en
paz descanse, oiga usted
cuando
Pepe, se va a Alemania
y el
idilio de lo exótico
pasa a
ser la esclavitud
de lo
necesario
los
alemanes
ya le
pusieron nombre
que
hasta en esto parecen dar lecciones
los
muy…”espabilaos”
Zeitgeist,
le llamaron
el
espíritu de una época
que
envuelve a sus contemporáneos
más
allá de su voluntad
¿de la
voluntad de quién?
de los
que acatan
o de
los que mandan
ah! en
eso, ya tú ves,
en eso
ya no han entrado
curiosa
enumeración
de
prefijos varios
pues
de los ‘ni-nis’
hemos
pasado a los ‘des-des’
por el
capricho
de
estos nuestros tiempos
del
tiempo de los que acatan
puede
ser, no lo han aclarado
del
tiempo, de este tiempo de
los
des-encantados
que
tiran del cupón ahorro
des-ilusionados
forzados
arrendatarios
des-creídos
de
todo, de todos
y de
ellos mismos
los
des-ganados,
venga
con el mando a distancia
dadle
pan al pueblo,
y
dadle champion
des-orientados
y si
aprendo inglés,
no, el
chino, que está pegando
a esto
de community manager
o a
SEO, osea, no, a lo otro
seguimos
en una tierra, esta tierra
grande,
de sombras grises
de
gigantes de hormigón
que
siguen amedrentando
a sus
hidalgos caballeros
que
hace el papel de plañidera
llorando
sin lágrimas
a sus
hijos fugaces
los
des-terrados
y que
luego marcha
a la
puerta de la iglesia
con la
mano abierta
a ver
a quién conoce
que
seguro le dan algo
a
comulgar junto a
esa
otra raza
una
nueva raza de ´des-‘, los otros ´des-‘,
los
des-enmascarados
pero a
ellos
que
más les da…
si ya
no hay máscara
habrá
otros medios
y la
cirugía no es cara
¿verdad
usted?
Elisa Vidal Riezu
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