miércoles, 21 de mayo de 2014

Propuesta VII: Innovación, renovación y transgresión

La habitación propia

PROPONE

para su séptima sesión

-Innovación, renovación y transgresión-


El resorte que abre la puerta a una generación no tiene que ver con el año, la década, o la dimensión espacio-tiempo, que es el marco de esa puerta y circunstancial a un conjunto de cambios o de fuerzas que la empujan a abrirse. Cada generación literaria irrumpe con una forma de rebeldía. La rebelión puede ser rupturista, innovadora, renovadora o incluso transgresora. Busca romper con una tradición o ir más allá de lo conocido. No hay duda, entonces, de la importancia de ese conocimiento. Si la rebeldía, en cualquiera de sus formas, no conoce la tradición, corre el riesgo de repetirla y fallar en su propósito.

A finales del XIX y principios del siglo XX, las contradicciones del progreso desencadenan una crisis capital en el pensamiento y la sensibilidad europeos. Muchos inconformistas reaccionan contra la cultura dominante de la burguesía. La bohemia, definida por George Sand como “pasión de belleza y libertad”, caracterizará a una nueva generación de escritores que buscan  la originalidad, se saben cosmopolitas y vinculan el arte con la rebelión.[1]

Durante la primera mitad del siglo XX, la literatura oscila entre la continuidad y la renovación. Tanto en la narrativa como en la poesía y el teatro se producen intentos de renovar radicalmente el lenguaje literario: son las llamadas vanguardias, que cambiarán definitivamente nuestra concepción del arte. Por otra parte, surgen poderosas individualidades que no reniegan de la gran tradición literaria, aunque sea para juzgarla críticamente. Escritores como Marcel Proust, Franz Kafka o William Faulkner desarrollan su obra en diálogo con los grandes autores del pasado.[2]

El verdadero cambio, el perdurable, no puede partir de la ignorancia, sino de la necesidad de prolongar el conocimiento. Saber lo que otros hicieron antes proporciona las herramientas para la lectura crítica y para la transformación. No obstante, resulta que, a lo largo de los siglos, el ser humano ha progresado mucho pero ha cambiado poco. Los temas universales gozan también de la inmortalidad. El amor ha hecho correr ríos de tinta desde mucho antes del Siglo de Oro, cuando los poetas eran soldados y no conocían sino la vida militar, la apatía de la corte y, por supuesto, el sentimiento romántico. La Ítaca de Cavafis, la Isabel Freire de Garcilaso y la mitología griega,  tienen vigencia mientras exista el hombre. Representan el viaje, el amor imposible y los dilemas morales que nos presenta la vida.

Garcilaso trae la poesía petrarquista de Nápoles e introduce el endecasílabo. Larra le da un giro al costumbrismo haciéndolo ácido y satírico. Francisco Umbral escandaliza con sus improperios líricos desde su columna diaria y sus divagaciones introspectivas que pocos lectores entienden pero muchos admiran. Son solo tres ejemplos de una larga lista cronológica de transgresores e innovadores del lenguaje; una minucia, si se tiene en cuenta que todos los escritores leídos y admirados han ido un paso más allá en los usos de la lengua, siempre en la dirección que les ha marcado su propia voluntad creadora.


Preguntas para la reflexión:

o   Innovar, renovar y transgredir: ¿qué concepto te atrae más?

o   Las tres palabras, ¿tienen sentido solo si determinan la creación de algo nuevo?

o   ¿Qué matices distinguen a cada uno de los conceptos?

o   La distinción entre innovación, renovación y transgresión, en literatura, ¿es también subjetiva?

o   ¿Tiene, cualquiera de ellas, mayor impacto en la sociedad que las otras?


Entrevista a Mario Vargas Llosa, sobre la degradación de la cultura:



Lecturas recomendadas:


El Reto:

Escoge un autor o una corriente literaria o de pensamiento que haya destacado por su voluntad innovadora, renovadora o transgresora (Francisco Umbral, Mariano José de Larra, Simbolismo francés, Alejandro Sawa y la bohemia de fin de siglo, H.P. Lovecraft, Virginia Woolf, las hermanas Brontë, el dadaísmo, Roberto Bolaño y el infrarealismo…). ¡Las posibilidades son infinitas! Explícanos su huella. ¿Qué cambios supusieron en su época y qué consecuencias para las posteriores?

Los tertulianos queremos saber.






[1] Crónicas de la Bohemia; Alejandro Sawa. Veinitisiete letras, 2008.
[2] Tema 1: La renovación literaria. La literatura hasta la II Guerra Mundial. E-ducativa.

Propuesta VI: Tradición literaria

La habitación propia

PROPONE

para su sexta sesión


-LA TRADICIÓN LITERARIA -


Italo Calvino en su ensayo “Por qué leer los clásicos” presenta los dos planteamientos, a menudo excluyentes, sobre los cuales hoy en día se sigue tratando la lectura de los clásicos: o se enmarcan en pura erudición y por lo tanto fuera de cualquier plan de estudio de las escuelas, o todo lo contrario, se tratan de fundamentales e imprescindibles y se presentan (e imponen?) como el centro de la cultura universal y, por tanto, la base de la formación intelectual de nuestras nuevas generaciones.

En su ensayo, Calvino, llama a la atención sobre cualquier aspecto del texto, contexto, del autor y de sus descendientes, tanto de sus precursores como de los de su propia época, sus estudiosos o sus rivales. En cada clásico o escritor puede ser significativo un elemento, el tono, las metáforas, las rimas, el ritmo, etc.  En definitiva, la importancia de los clásicos se encuentra en su intemporalidad. Su riqueza reside en su permanencia, su huella y, por supuesto, su siempre misteriosa relación con la actualidad.

“El clásico no nos enseña necesariamente algo que no sabíamos; a veces descubrimos en él algo que siempre habíamos sabido (o creído saber) pero no sabíamos que él había sido el primero en decirlo (o se relaciona con él de una manera especial). Y esta es también una sorpresa que da mucha satisfacción, como la da siempre el descubrimiento de un origen, de una relación, de una pertenencia”.

Aarón García Peña, presidente de la Agrupación de Retórica y Elocuencia del Ateneo de Madrid, exige a los escritores que conozcan a quienes les precedieron porque suya es la responsabilidad de aportar algo más y llegar al público. “La poesía tiene que gritar”, sostiene. En su último poemario, Los vertederos de la fama, alude a esa cierta vagancia de los poetas, a su falta de compromiso con el lenguaje, a la ausencia de ambición, de exigencia y de rigor en su obra.

Dice Calvino: “Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: ‘Estoy releyendo…’ y nunca: ‘Estoy leyendo… El prefijo iterativo quizás sea en ocasiones delator de una pequeña hipocresía de todos quienes se avergüenzan de admitir que no han leído un clásico.  

Pero también podemos llamar clásicos a los libros que constituyen un tesoro para quien los ha leído y amado, y que constituirán una riqueza para quien se reserva el momento adecuado para leerlo por primera vez.


Preguntas para la reflexión:

¿Cuál es, para ti, uno de los mayores problemas en la enseñanza de los clásicos?

¿La lectura de clásicos viene acompañada a una cierta edad?

¿Por qué leer los clásicos en vez de concentrarse en lecturas que nos hagan entender más a fondo nuestro tiempo?

¿Estás de acuerdo con la afirmación de Aarón García Peña?


Lecturas recomendadas:

Italo Calvino “La lectura de los clásicos”


El Reto:

Todos tenemos nuestro gran clásico. ¿Cuál es el tuyo?

Tráete el fragmento del libro que te haya marcado.


¿Te atreves?