domingo, 6 de abril de 2014

Reto I

Reto I

- “Exilio”, “destierro”, “fuga”, “huida”, “expatriación”, “viaje”, “aventura”…


Escoge la palabra que más te convenga o se ajuste a tus circunstancias o a lo que te apetezca escribir y ¡hazlo! ¡Escribe! (poema, relato, microrrelato, haiku etc.)

Escribe y tráelo a la tertulia.

Esto es lo que soy



Quizá pensemos, pensamos, en el exilio como en un constructo lineal. Cuando pensé, o cómo pensé en ello, da o daría igual. Quizá piense en que lo pensé en el bus de vuelta a casa el pasado miércoles, quizá sepa que lo recordé en un tren de vuelta de Colonia, y que aún así no tecleé nada hasta un lunes noche. No, no da igual, decir, mantener, sostener que esto da igual sería como defender, argüir que dan igual todas las líneas de mi pensamiento, que no es -nunca, ni en un solo resquicio- lineal. Como tampoco es lineal la abstracción de cualquier exilio ni la desafectada narrativa de la que hago acopio para hablar de él. Mucho hay de azaroso en nuestras vidas, pero nada o casi nada suele haber de azaroso en nuestros exilios. Él, singular, no es lineal; porque nos pueden haber contado que el exilio es un alejamiento de la patria de uno, de su propia identidad, por motivos políticos, económicos tal vez; pero qué es la política, otrosí la economía, si queremos, sino una mera excusa sumatorio de todos los exilios personales de uno. Nuestros exilios son conscientes y decididos. Ya no nos exiliamos por carencia de oportunidades, nos exiliamos por carencia de deseos; la inapetencia y la perdición constante en la que muchos vivimos, entes que tras la ventana sólo ven posibilidades que no tienen ahora; seres que cuando atestiguan esas posibilidades, más tarde, las encuentran banales, conspicuas hasta fundamentarse en un eterno retorno: que siempre queremos más. Quizá intente (lo sé, soy consciente), una vez más, una y mil veces, y siempre, imbuir a congéneres -a los que no, en su totalidad no conocí ni conozco- de mis propias características para justificar mis propios exilios. Porque no, no son sólo dos, ni tan siquiera cinco. Exilio comparte extrañamente la raíz de la más maldita de mis acepciones: existencia. Es el exilio interior en el que me muevo forma de exteriorizar acaso el constante fragor al que me somete mi propia existencia.  Desata así un suma y sigue: exiliada de mi familia, sobre la que mi lengua no ha dignificado aún con suficiencia la acción de soportar; exiliada de mis amigos, sumida en la constante exigencia de que han de quererme como yo quiero que me quieran, sabiéndome en la imposibilidad del fenómeno; exiliada de eso que llaman -¿llamaban?- amor, al no saber ya cómo usarlo; exiliada del cuestionamiento constante sobre si tengo o no una patria. A mí, que la arrogancia me lleva a declamar que mi patria es el castellano; a mí, ignorante como me muestro al arrogarme territorios que no son de nadie.
Las capas de mi exilio son de desprendimiento: escapo de todas ellas como si se trataran de la peste. Pero esto no es Orán, no escribe Camus, y pese a que el mundo sea un buen lugar, no cesa de alejarme de sí mismo.
Esto es lo que soy.
Una exiliada más de mi tristeza.





Violeta Martín



Sobre la opción y la elección

La vida está llena de un montón de decisiones fundamentales que tomar.

A qué jugar,
cuántas veces masticar antes de tragar,
cómo descubrir in fraganti a los Reyes Magos,
qué estudiar
en qué cerveza pararse,
a quién querer,
en qué trabajar…

Pero todas ellas dependerán de nuestra libertad,
de las oportunidades que tengamos,
que nos dejen.
Y ello nos llevará a ser de una forma,
u otra.

Yo tuve la libertad de elegir qué quería ser,
hacia dónde quería ir,
cómo
por qué
hasta cuándo…
                   Hasta ahora.
A mí me enseñaron que lo esencial por encima de todo
era no escatimar en el comer.
Que la salud y los míos eran lo primero.
Que los míos, eran parte de mi salud.

A mí me enseñaron que lo importante no era proteger su orgullo,
ni cualquier verdad demasiado absoluta,
                                                       ni patrias, ni leñes.
sino su dignidad.
Y que el principio de todo, era tener principios.

Yo elegí tener conciencia además de consciencia.
Elegí que quería poder elegir,
y elegí hacerlo.

Aprendí a no olvidar que quería ser feliz.

Elegí apasionarme por un montón de cosas,
que vinieron así, tal cual.
Pero en esto no tuve mucha opción
También en algún momento elegí quererte a ti, supongo.  
Y mira…

Pero elegir no es fácil.

También elegí ir contracorriente,
y así me ha ido…
                    No digo que mal.

A veces no sabes por qué elegiste esto o aquello...
Las razones se olvidan.
Quizás por eso,
he reincidido tres veces
en elegir vivir bajo un cielo gris,
Pero un gris que me grita: píntame de otros colores.

Por eso,
desde la libertad de mi exilio
agradezco
a toda esa generación que vivieron protestando
 también para nosotros
y a todos los que ahora viven
y protestan
para que otros tengan la oportunidad de vivir

Porque vivir,
también es poder elegir,
Y elegir,  no es lo mismo que optar.

Optar,
y tal vez, hoy, quizás ni siquiera eso..

Nuria López Bernal





De una ola a un náufrago

Por no huir te das a la fuga, que es un acto de entrega y, en tu caso, pasiva. Le dejas hacer para escapar, con ella, de lo que quieres. No huyes por desidia. Tu exilio estancado, tu apatía, me hacen querer atraparte al vuelo y no quererte menos, pero nunca así: confinado al hábito. Eres un despatriado; el náufrago de una barca que decide sola. Ya no importan las corrientes, ni las mareas, ni el sol que te calienta la cara. La vida es otra cosa y no lo sabes. Si me lo pidieras, si me suplicaras… Mándame un mensaje. Y me levantaré sin haber dormido para hundir tu territorio de madera rancia y te haré nadar para salvarte.


Laura Cano


Los des-encantados

“Yo tuve una granja en África”
cuenta Meryl Streep
en una famosa película
antes de que las tierras lejanas
perdieran su aura dorada
ahora se narra
a lo Alfredo Landa
que en paz descanse, oiga usted
cuando Pepe, se va a Alemania
y el idilio de lo exótico
pasa a ser la esclavitud
de lo necesario
los alemanes
ya le pusieron nombre
que hasta en esto parecen dar lecciones
los muy…”espabilaos”
Zeitgeist, le llamaron
el espíritu de una época
que envuelve a sus contemporáneos
más allá de su voluntad
¿de la voluntad de quién?
de los que acatan
o de los que mandan
ah! en eso, ya tú ves,
en eso ya no han entrado
curiosa enumeración
de prefijos varios
pues de los ‘ni-nis’
hemos pasado a los ‘des-des’
por el capricho
de estos nuestros tiempos
del tiempo de los que acatan
puede ser, no lo han aclarado
del tiempo, de este tiempo de
los des-encantados
que tiran del cupón ahorro
des-ilusionados
forzados arrendatarios
des-creídos
de todo, de todos
y de ellos mismos
los des-ganados,
venga con el mando a distancia
dadle pan al pueblo,
y dadle champion
des-orientados
y si aprendo inglés,
no, el chino, que está pegando
a esto de community manager
o a SEO, osea, no, a lo otro
seguimos en una tierra, esta tierra
grande, de sombras grises
de gigantes de hormigón
que siguen amedrentando
a sus hidalgos caballeros
que hace el papel de plañidera
llorando sin lágrimas
a sus hijos fugaces
los des-terrados
y que luego marcha
a la puerta de la iglesia
con la mano abierta
a ver a quién conoce
que seguro le dan algo
a comulgar junto a
esa otra raza
una nueva raza de ´des-‘, los otros ´des-‘,
los des-enmascarados
pero a ellos
que más les da…
si ya no hay máscara
habrá otros medios
y la cirugía no es cara
¿verdad usted?

Elisa Vidal Riezu

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